En pleno verano estamos más que concienciados sobre la necesidad de utilizar protección solar antes de salir de casa y durante las horas que estamos expuestos al sol en la playa, piscina, montaña e incluso por la calle. Las razones son más que obvias: la radiación ultravioleta B que nos llega del sol es la responsable del envejecimiento de la piel y provoca alrededor del 60% de los cáncer detectados. Con estos datos, ¿debemos seguir esta premisa el resto del año?, ¿debemos utilizar protección solar los 365 días del año?
El sol nos aporta mucho más que un bonito bronceado. Entre otras razones, el sol es necesario para que nuestro cuerpo sintetice la vitamina D, responsable de fijar el calcio en nuestros huesos, dientes y organismo para evitar el riesgo de sufrir osteoporosis, reducir el riesgo de tener cáncer de colon, de mama, de ovarios y de próstata o, a más corto plazo, mejorar la calidad del sueño. Diversos estudios aseguran que, en España, el 40 por ciento de la población presenta niveles insuficientes de la vitamina D. Con todo esto, ¿sabías que en España existen cada día más casos de carencia de vitamina D hasta el punto que resulta necesaria la toma de dicha vitamina a través de suplementos médicos? Dolor de espalda, trastornos de nuestro estado de ánimo, infecciones respiratorias como bronquitis o mala cicatrización son algunos de los síntomas que podemos tener.
Cómo adquirir vitamina D de forma saludable
Como en casi todo, los extremos no son buenos: ni pasarnos todo un día tumbados al sol sin preocuparnos de proteger nuestra piel con factor de protección alto, ni tampoco huir del astro rey al 100%. Según los expertos, cuidar nuestra alimentación tomando alimentos ricos en vitamina D como huevos, salmón, hígado, ostras o sardinas y ‘tomar el sol’ también en los meses más fríos de forma directa y sin ningún tipo de protección, ayudará a que nuestra piel absorba la necesaria vitamina D para evitar síntomas que pueden afectar nuestro día a día como el agotamiento físico o la fatiga.
Sí, en invierno también debemos tomar al sol al menos 20 minutos al día sin ningún tipo de protección, ya que una exposición solar continuada con protección solar alta afecta para que no adquiramos una de las vitaminas que nuestro cuerpo necesita. Eso sí, debemos tomar el sol en las horas en las que la radiación solar es baja (primeras horas de la mañana y últimas horas de la tarde) y el resto del día utilizar factor de protección elevado.
Para conseguir nuestro objetivo, es importante tener en cuenta que la vitamina D se activa con el ejercicio, por lo que caminar, correr o nadar, por ejemplo, nos ayudarán a lograrlo.
Desde el equipo médico de Clínica Demela te animamos a disfrutar de esos 20 minutos de sol diarios a lo largo de todo el año. Notarás como hasta tu estado anímico mejora. Eso sí, antes de tomar cualquier suplemento visita a tu médico de cabecera, ya que tomar vitamina D en exceso puede resultar peligroso si nuestros huesos absorben más calcio del necesario.